Durante las semanas de confinamiento por la crisis del coronavirus, el teletrabajo se ha convertido en la vía para hacer compatible el mantenimiento de las actividades productivas con la protección frente a la enfermedad, una opción necesaria que ha sido novedosa para muchos trabajadores en España que han tenido que introducirse por primera en este modelo laboral.
De hecho, en 2019, tan solo un 4,8% de los ocupados utilizaban esta fórmula, trabajando desde casa normalmente o más de la mitad de los días, mientras que durante las semanas de restricciones por la pandemia, el porcentaje se ha incrementado hasta el 34% del total.
En España el 9,7% de los ocupados teletrabajaba antes de la irrupción de la covid-19. La escasa regulación en los convenios colectivos reafirma el porcentaje, pues según UGT, únicamente el 4% de los trabajadores se rige por un pliego de condiciones con una cláusula que recoge específicamente cómo articular el teletrabajo.
Esta dinámica sí era hasta ahora algo más frecuente en países como Holanda, líder en trabajo a distancia en Europa, con el 17,6% de sus ocupados ejerciendo rutinariamente desde casa. España se situaba en la media de la UE, más cerca de Rumanía (9,5%) que de Francia (16,7%).

No obstante, la emergencia sanitaria ha provocado que gran parte de las economías europeas se trasladaron a los intramuros de los domicilios. El caso de Italia es uno de los más extremos, pues hasta marzo solo el 5,9% ejercía habitualmente desde sus residencias.
Y, tras las restricciones y las recomendaciones gubernamentales de limitar en la medida de lo posible la actividad en los centros de trabajo, el 40,8% de los italianos comenzaron a teletrabajar; 10 puntos por encima que en España.
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